domingo, 28 de enero de 2007

La fortuna según yo

La fortuna es un niño que juega con sus miniaturas de plástico.

Caprichosamente las mueve de aquí hacia allá. A veces se le caen al piso y los levanta enseguida; otras veces quedan allí por un tiempo, hasta que otro caído le recuerda que debe volverlos a parar.

El niño vive entre el desorden de millones de muñecos, millones de vidas. Hay siempre alguno que se pierde entre la multitud, y otros que desaparecen debajo de la cama y allí quedan, en la más profunda miseria, el más profundo olvido.

No todos los muñecos entran en el piso, así que el niño guarda sus favoritos en estantes cada vez más altos. Pero como todo infante tiene etapas, y tal vez quien alguna vez ocupó el estante de más arriba pase de moda, y termine en un cajón, con los que pocas veces ven la luz del sol.

Y como a cualquiera de su esas, los muñecos no le duran para siempre: algunos se van desgastando de a poco, y el niño los conserva hasta que no dan más y luego los tira a la basura; a otros (a veces a propósito, otras sin qurer) les rompe un brazo o una pierna. Aunque incompletos, muchas veces los conserva, pero otras veces no.
Algunas miniaturas vienen defectuosas, y esas son las que duran menos. A otros él mismo los hace defectuosos: les pinta los ojos, les derrite la cara o les muerde las orejas, y así quedan hasta que van a parar al tacho...




Menos mal que yo no creo en la fortuna.

jueves, 18 de enero de 2007

Floreal




Me abro al mundo como una rosa china.
Como polen vuelan mis ideas, y las más afortunadas encuentran otra mente en donde fecundar y crecer.

Floto en un río de gente, como el irupé
Mis manos, como hojas, sirven de base para todos aquellos que quieran salir a la superficie y triunfar con un proyecto.

Estoy en constante movimiento, como los girasoles.
Son mis consejos como semillas, que alimentan los corazones destrozados, cuerpos abatidos y mentes cansadas de soñar.

Quien me busque podrá encontrarme
Yo estoy siempre aquí, como las siemprevivas

viernes, 5 de enero de 2007

Caminos

De pequeña solía decir que la vida era una cinta transportadora, en donde cada quien iba tomando un lugar y se dejaba llevar. En hilera pasaban por la cinta infinidad de rostros, infinidad de cuerpos que crecían y maduraban lentamente.
El final de la cinta era abrupto, y cuando llegaban a él, los cuerpos caían al abismo.

Hoy me doy cuanta de que la vida no es una cinta transportadora. La vida es un sendero; un sendero que a veces va recto, a veces se curva, o serpentea; un sendero que se bifurca dando al caminante infinidad de opciones; un sendero que puede ser llano y liso, pero tener zonas pedregosas, elevaciones, pozos, obstáculos, trampas; un sendero que se cruza con otros, a veces siguen juntos solo un corto tramo, pero otras veces los caminos se juntan para no separarse jamás, hasta que uno de los dos llega a su final.

Por mi parte yo camino por mi sendero, esquivando piedras, eludiendo pozos, saltando charcos. Cruzando una y otra vez por caminos ajenos. Sola, acompañada, triste, alegre. Andando con paso firme por los caminos rectos, titubeando en las bifurcaciones, pero siempre caminando, siempre con la vista fija en mi próxima meta.